viernes, 25 de enero de 2008

Desamor

Sí. Es mejor que vayamos con la verdad por delante: nunca –que quede entre nosotros- me cayó del todo bien.
Hoy es el día que la ignoro; en bares y cafeterías le vuelvo disimuladamente la espalda y en casa la esquivo descaradamente.
Ella tampoco debe quererme mucho: es muy posesiva y lleva fatal que le sea infiel con la literatura, el ordenador o los exámenes de mis alumnos. La pobre pone toda la carne en el asador y, de cuando en cuando, logra seducirme con alguna genialidad de House, la voz emocionada de Ana Blanco, el directo de Txetxu Ugalde o con una joya de Versión Española.
Sí. Ya va siendo hora –llevamos tantos años juntos- de que aclaremos nuestras diferencias. Pienso escucharla, verla a diario. Cuando sea necesario la pondré a caldo perejil; cuando sea justo reconoceré sus aciertos. ¿Quién sabe? Tal vez recuperemos la vieja complicidad de los tiempos de Tocata o de los Gallifantes; aquella sintonía que me mantenía horas y horas a su lado.
Sí. Tal vez lo nuestro aún tenga arreglo. Ya les contaré.

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